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Los primeros juegos


         Todas las mujeres atesoran ritmos y afectos, para llegado el momento de alimentar a sus niños mostrarles con la palabra-tacto, palabra-gesto, palabra-emoción, la oralidad y la receptividad para con su pequeño. Mientras atiende sus necesidades, cuenta, acaricia, juega y canta.

         Pocos momentos tienen más honda fusión que al acunar el cuerpo del niño; nada más cerca del incomparable don de la protección. Balanceo, movimiento esencial de calma y seguridad, entrañable sabiduría del amor manteniendo en vilo, en vuelo, abierto, acurrucado, rescate del vacío y el temor. Cuerpo contra cuerpo, alejando en el vaivén lejanías y sombras.

Arrorró mi niño
Que tengo que hacer
Lavarte los pañales
Y ponerme a coser
*
Este niño chiquitico
Que no tiene cuna
Su padre carpintero
Le hará una

         El niño, pequeño explorador del extenso universo, descubre su cuerpo, pies, boca, ojos, manos, sonidos, movimiento, protegido por el cuerpo materno. Para enseñarles la diferencia entre los dedos de la mano y los pies, se inventan historias, donde se establecen acciones a cada dedo y hasta un desenlace acorde con la edad.  

Éste se compró un huevito
Éste lo puso a asar
Éste le echó la sal
Éste lo removió
¡Y éste pícaro se lo comió!
*
Cinco pollitos
Tiene mi tía
Uno le canta
Otro le pía
Todos le tocan la sinfonía. 
*
A aquí
No se come carne
Ni aquí
Ni aquí
¡Solamente aquí!
*
Aserrín aserrán
Los maderos de San Juan
Piden queso
Y comen pan
Los de rique alfeñique
Los de roque alfondoque
Aserrín aserrán

         Al igual que en otros juegos con los pequeños, es fundamental la repetición, una y otra vez, de idénticas palabras-acción, porque en ese eterno retorno se asienta la seguridad del niño.

Los pollitos dicen,
pío, pío, pío,
cuando tienen hambre,
cuando tienen frío.

La gallina busca
el maíz y el trigo,
les da la comida
y les presta abrigo.

Bajo sus dos alas
acurrucaditos,
duermen los pollitos
hasta el otro día

         La palabra ritmo, henchida de afectividad, cobra propiedades mágicas en los ensalmos para ahuyentar el dolor de los golpes, las pequeñas heridas. Apaciguar el dolor, el temor, en el viejo rito de curar con saliva la carne maltratada, mientras se repite, tocando levemente la piel.

Sana… sana
Culito de rana
Si no sanas hoy
Sanarás mañana


         Con el caminar y los primeros años en la escuela llegan las rondas o danzar a la rueda. La canción es un pretexto para danzar en la rueda. La canción conduce el juego, lo identifica. La rueda voltea en un sentido o en otro, de prisa o despacio, unidos van y vienen hacia el centro. Todos, niñas y niños, manos alzadas y brazos estirados o arqueados, saltan y cantan, dejándose llevar por los compases de la música y de la palabra.

A la rueda, rueda
De pan y canela,
Dame un besito
Y vete a la escuela.
Y si no quieres ir,

Acuéstate  a dormir.



Autor: Antolina Martell


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